Reseña: «El valle de Concavenator»
«El valle de Concavenator» arranca con una recreación de la infancia de Víctor Matellano, artífice, guionista y director del documental. En la secuencia se plasma cómo fue la primera emisión de «El valle de Gwangi» en Televisión Española, una navideña tarde de enero de 1979 y el impacto que tuvo la misma para toda una generación de niños de aquel entonces. «El valle de Concavenator» es un sentido homenaje a aquella película y a la figura de Ray Harryhausen, el maestro del stop-motion, pero también es mucho más.
Hay una parte de este documental ficcionado que es… bueno, pues eso, ficción. Dos jóvenes, interpretadas por las actrices Elena de Lara y Dunia Rodríguez, se embarcan en un proyecto que pretende establecer la relación entre Gwangi, el ficticio terópodo de la película rodada parcialmente en Cuenca, y Concavenator corcovatus, el terópodo real encontrado unas décadas más tarde en el yacimiento de Las Hoyas, también en la provincia de Cuenca. A partir de aquí, en este viaje por el fenómeno de la dinomanía irán entrevistando a varias personas (en este caso reales) que les ayudarán en su misión, como la paleontóloga Elena Cuesta (experta en Concavenator), el fallecido director de cine Carlos Gil (que trabajó como ayudante de dirección en «El valle de Gwangi») o el creador de efectos especiales Domingo Lizcano, entre otros. Pero, por encima de todo, destaca la presencia de Colin Arthur y José Luis Sanz.
Las entrevistas a estos dos hombres son lo que mejor funciona de todo el documental y sus intervenciones, por sí solas, son motor suficiente para hacer avanzar el metraje. En los testimonios del experto en efectos especiales y del catedrático en Paleontología es donde «El valle de Concavenator» brilla con más fuerza, al menos según la opinión de quien escribe estas líneas. Por supuesto que vas a aprender sobre los entresijos del rodaje de «El valle de Gwangi» y sobre la técnica del stop-motion, sobre las figuras de Willis O’Brien y Ray Harryhausen, sobre Las Hoyas y Concavenator, sobre el furor de la dinomanía o sobre la relación entre los dinosaurios y los dragones (muchos de estos temas son recurrentes en la bibliografía de Sanz, por cierto). Por supuesto que también es un bonito homenaje a Harryhausen, al singular western con dinosaurios de 1969 y a la infancia de Matellano. Pero para mí, por encima de todo, acaba siendo un emotivo recorrido por la vida de estos dos hombres, Arthur y Sanz.
A lo largo de los 73 minutos de duración de «El valle de Concavenator» vamos a visitar el Museo de Ciencias Naturales de Madrid y el taller de Arthur, así como la Universidad Autónoma de Madrid, donde Sanz ha desarrollado la mayor parte de su carrera académica. Vamos a oírlos compartir anécdotas sobre Harryhausen mientras nos quedamos con la sensación de que Arthur le echa de menos. Sanz comparte con nosotros historias de sus primeros fósiles y de cómo las películas «Japón bajo el terror del monstruo» y «La bestia de tiempos remotos» lo marcaron de por vida y lo hicieron dedicarse a la paleontología. Colin Arthur nos obsequia con un repaso a algunas de las criaturas más célebres que ha creado para la gran pantalla. Y, al final, con un tono marcadamente crepuscular (literal y figuradamente), ambos veteranos echan la vista atrás y valoran sus trayectorias desde sus respectivas casas mientras fuera empieza a caer la noche. Precioso.
Algunos últimos apuntes para acabar. No podemos dejar de mencionar la presencia del fantástico actor Jack Taylor como una especie de tétrico maestro de ceremonias durante todo el documental, ni la entrañable y divertida química que emanan Sanz y Arthur una vez empiezan a compartir pantalla (especialmente memorable en las escenas poscréditos). Tampoco lo muy agradecidos que estamos por la estupenda edición en DVD de «El valle de Concavenator» por parte de la gente de El Setanta Nou, haciendo mucho más accesible el visionado tras el limitado estreno en salas de cine. Y si te quedas con ganas de más, el libro «De Gwangi a Concavenator. 50 años de Paleontología en Cuenca», editado en 2019 por el Museo de Paleontología de Castilla – La Mancha y coordinado por Iván Narváez y Pepe Alfaro (quien también aparece en la película), es el complemento ideal, pues podrás conocer a la perfección todos los secretos del rodaje de «El valle de Gwangi» y la relación de esta película con la paleontología castellanomanchega.
Larga vida a Gwangi. Larga vida a Concavenator.
Carlos de Miguel
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